Fuente:
MURALES
DE BONAMPAK RECOBRAN VIVEZA DE HACE MIL AÑOS
Lunes,
03 de Octubre de 2011 16:37
*** Un equipo de
restauradores del INAH trabaja en el retiro de capas de sal que cubren las
pinturas plasmadas en el Cuarto 3 del Templo de los Murales de ese sitio
chiapaneco
*** A tres meses
de esta tarea, resurge el azul maya y los tonos amarillos, verdes, rojos… en
que fue representada la victoria de esta urbe que venció a Sak’ Tz’i’ en 787
d.C.
En la época
prehispánica, tres o cuatro pintores mayas guiados por un maestro representaron
en Bonampak, en el hoy estado de Chiapas, una batalla ganada por ésta —junto
con Yaxchilán— contra la ciudad de Sak’ Tz’i’; las impactantes escenas de estos
murales, realizados hace más de mil 200 años, vuelven a surgir con su antiguo
esplendor, mediante tratamientos que especialistas aplican actualmente.
En el clima
húmedo y caluroso de la Selva Lacandona, restauradores del Instituto Nacional
de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) trabajan en el Cuarto 3 del llamado
Templo de los Murales de Bonampak, donde armados de paciencia retiran de los
muros las capas de sales que impiden admirar las imágenes, que con maestría
fueron plasmadas sobre un aplanado de cal-arena.
Tres meses de
labores en esa habitación, por parte de un equipo de la Coordinación Nacional
de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), permiten admirar de nuevo —en
algunas zonas— la viveza del azul maya y los tonos amarillos, verdes, rojos,
ocres, negros… en que fueron perfilados personajes que aparecen celebrando la
victoria de Bonampak, ocurrida en 787 d.C.
El restaurador
Gilberto Buitrago Sandoval, coordinador de los trabajos, comenta que la
intervención de los murales de la Zona Arqueológica de Bonampak, mismos que
están plasmados en tres cuartos, se extenderán a lo largo de cuatro o cinco
años dado lo delicado de las tareas, en particular por las duras sales que las
cubren.
El éxito de
estas labores de conservación, dijo, se debe a que en 2009 y en atención a
daños ocasionados por sismicidad, fue atendida la problemática estructural del
Templo de los Murales, de manera que se sellaron grietas y ductos (hechos en
los años 60) que estaban separando a los muros, además de inyectar un
consolidante en los cimientos de éstos.
Una vez que se
logró la consolidación del edificio, se elaboró el proyecto de restauración de
los famosos murales, para lo cual se consultaron informes de intervenciones
anteriores, se efectuaron trabajos para darles solidez y se eliminó parte de
las sales que habían migrado hacia la superficie pictórica.
“Empezamos
quitando las capas de sales con el uso de un gel especial, elaborado con base
en estudios químicos; posteriormente utilizamos bisturí, piedras abrasivas,
puntas metálicas y fresas con punta de diamante (instrumento con cuchillas),
debimos echar mano de estas herramientas pues las concreciones que se perciben
como un velo blanco son muy duras y no se reblandecen con ácidos”, explicó
Buitrago Sandoval.
Este trabajo
sobre el fondo pictórico “permite que los personajes salgan por sí solos”, de
manera que después los diseños son trabajados sin necesidad de llegar a la capa
de pintura; “dejamos un pequeño velo que sirve como protección para evitar
deterioros a la imagen plasmada”.
El tratamiento
realizado ha beneficiado a las pinturas, tanto en la mejor lectura de las
escenas como en el rescate de detalles antes ocultos, la definición de formas y
fondos, y el descubrimiento de figuras que no se habían registrado hasta el
momento. Ejemplo de ello fue el “hallazgo” en los muros oeste y en la parte inferior
del noroeste y este, de tres pequeñas figuras que representan las cabezas de
personajes masculinos.
Asimismo, dos
imágenes, plasmadas en la parte superior y noroeste de la bóveda, han sido
reinterpretadas en cuanto a su iconografía; un estudio preliminar realizado a
partir de estos trabajos de conservación, ha llevado a identificarlas como
personificaciones de un K’inich Ahau (deidad solar) y un Dios N,
respectivamente, abundó Gilberto Buitrago.
Después de hacer
pequeños resanes en puntos de pérdida de aplanado y enlucido, así como de
rebajar otros anteriores en las zonas de grietas y desfases, se lleva a cabo
reintegración cromática en éstos. Cabe hacer hincapié que ningún trazo ha sido
modificado o “inventado” durante la restauración, sólo en algunos puntos se
utiliza la acuarela, material que es totalmente reversible.
El equipo
conformado por los restauradores Nayeli Pacheco, Olga González, Valeria
Villalvazo, Haydeé Orea y Constantino Armendáriz, además de Gilberto Buitrago,
prevé concluir la intervención de tres muros del Cuarto 3 antes de concluir la
presente temporada de campo, programada para noviembre.
En lo que
respecta a los valores estéticos de los murales de Bonampak, el restaurador
Constantino Armendáriz comentó que estas obras —fechadas hacia 790 d.C.— son
sin duda una de las más logradas escuelas de pintura que hubo en toda
Mesoamérica.
Las imágenes,
que muestran uno de los momentos gloriosos del gobernante Chaan Muan II, al
vencer y capturar señores de la enemiga urbe de Sak’ Tz’i’; se realizaron sobre
un aplanado de cal-arena, soporte en el que previamente a la aplicación de la
pintura se trazó un dibujo a manera de composición general de la escena.
“Al momento de
realizar la limpieza de estos murales nos encontramos con estas evidencias:
líneas, trazos del dibujo preparatorio, hasta modificaciones que hizo alguno de
los pintores para omitir ciertos detalles. Tales cambios finales fueron hechos
en la técnica al temple, a diferencia de la primera que era al fresco, de modo
que los tonos azules podían lucir casi transparentes, mientras que, por
ejemplo, en las pieles que vestían los personajes podía observarse una
saturación de color”, concluyó el restaurador Constantino Armendáriz.
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