septiembre 30, 2011

Los coletos y la designación de procesos de identidad


ARTÍCULO SOBRE LOS COLETOS ¿CATEGORÍA ÉTNICA? EN BOLETÍN No. 50 DE LA AFEHC
 

¿Categoría étnica? ‘Los coletos’ y la designación de procesos de identidad social. San Cristóbal de Las Casas, Chiapas (México)

Luz del Rocío Bermúdez H
Septiembre de 2011

    I. Introducción

    Un rasgo incontestable de la humanidad es la tendencia a diferenciar lo familiar de lo desconocido. Si la designación de lo que creemos nos identifica resulta aparentemente clara y positiva, no sucede lo mismo con lo que consideramos rotundamente contrario y menos aún con lo que oscila en distintos grados entre “lo nuestro” y “lo ajeno”.

    Coleto es un localismo que hace pocas décadas designaba a los habitantes de San Cristóbal de Las Casas, ciudad de Los Altos de Chiapas que fue capital desde su fundación en 1528 y grosso modo hasta 1892. Se decía –y se ha repetido- que proviene de la coleta del conquistador. En 1994 el término trascendió al resto de México y otros países a raíz del movimiento encabezado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). En efecto, el conflicto armado sacó a la luz las profundas desigualdades sociales del estado, algunas con antecedentes que pueden identificarse por lo menos desde la conquista española. Coleto acentuó su asociación con el antiguo explotador blanco y su relevo, el acaparador mestizo llamado en la región ladino. Por tal motivo el sobrenombre se convirtió en objeto de rechazo y, aparte de quienes así se llamaban en las décadas previas, coleto se radicalizó como una etiqueta utilizada extraneus por quienes se consideran ajenos a tal categoría, básicamente por no haber nacido en el lugar. Como se verá en las líneas que siguen, la connotación negativa de coleto no es nueva aunque no siempre ha sido referente de ‘español’. Siguiendo su errática aparición –como buena vox populi que es- se percibe un fenómeno más antiguo y complejo de discriminación. Si actualmente parece definir al conquistador o al poderoso, en otros momentos señaló también al conquistado, al pobre y, por tanto, al ‘indio’; o al que deseó librarse de esta última categoría por el enorme costo tributario que representaba. Por ello ha fluctuado en distintos puntos de dos extremos; es decir de aquél rotundo contrario mencionado al principio.

    Antes de entrar en detalle y a pesar de lo que hoy parece, debe aclararse que coleto no corresponde históricamente a una categoría étnica, pues no ha definido a un solo grupo social a partir de valores, hábitos o un sentido común de pertenencia. La palabra no proviene de un toponímico como serían los gentilicios sacateco o joveleño (relativos a los nombres prehispánicos del valle: Hueyzacatlán y Jovel). No se trata de una distinción lingüística como lo es decir caxlán (el que habla ‘castilla’o castellano), o como lo fue la palabra ladino en la España medieval. Strictu sensu, coleto tampoco alude a una cuestión racial aunque se crea derivada del español y, más específicamente, del peinado que se le atribuye. La expresión es una construcción conceptual eminentemente cultural y, por ello, es susceptible en su utilización. Tanto así que la connotación conservadora que ahora posee ha dividido a los habitantes de la ciudad entre coletos y sancristobalenses (derivado éste del santo patrón). Otros prefieren llamarse joveleños por el nombre tzotzil del valle, Jovel1.

    El fenómeno reciente que se advierte en coleto coincide con la ola de mexicanización que vive la ciudad últimamente, transformada en “auténtico” Mexican Stylish Town con fines turísticos2. Esta situación es sintomática de dos aspectos: por un lado de su adaptación urbana de acuerdo a los imperativos socio-económicos que actualmente impulsa la nación mexicana y, por otro lado, de la reducción de un profundo problema social en asunto binario local sin aparente repercusión nacional (coletos vs indígenas). Estos aspectos ocultan igualmente el pasado colonial de Chiapas como antigua provincia de la Capitanía General de Guatemala. Aquella relación de casi tres siglos es un antecedente común en las sociedades centroamericanas polarizadas en categorías totalizantes relativas a ‘indios’ y ‘no-indios’. Ello explica porqué el estado del sureste mexicano presenta hoy la yuxtaposición entre el mestizo mexicano y el ladino centroamericano. Coleto, entonces, se inserta y reduce anómalamente dos procesos más complejos, como son el mestizaje y la ladinización. Sin embargo, al no poseer un sentido nacionalista propiamente, se confina cómodamente a un contexto estatal, sin mayores implicaciones sociopolíticas para el resto del país.

    La metamorfosis de coleto ha pasado inadvertida como objeto de estudio. Su uso actualmente designa a grupos reaccionarios de la ciudad o el estado, a expresiones de “tradición” o folclor, y al ‘común’ de los habitantes de San Cristóbal de Las Casas (quienes por lo regular lo asumen desde la “feliz barrera de la ignorancia” que señalaba Pitt-Rivers en 19673, incluyendo a quienes reiteran su filiación colonial). Su confusión como categoría social también deriva porque designa la pertenencia al lugar por nacimiento o residencia; una proveniencia étnica o socioeconómica, o una actitud histórico-cultural generalmente negativa. Procurando distinguir este cruce de enfoques, el presente ensayo deriva de una investigación en curso que analiza el fenómeno actual a la luz de fuentes históricas del período colonial. Por su significación reciente nuestra exposición será necesariamente retrospectiva, aunque nos centraremos en el final del siglo XVIII y mediados del siglo XIX por corresponder a una época crucial en la definición de las identidades regionales.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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