agosto 30, 2011

El gran Fray Matias de Cordova

Fuente:
EL GRAN FRAY MATÍAS DE CÓRDOVA
Flavio Guillén
Fray Matias de CódovaLa emoción que ha de sacudir al buzo, que entre las peñas del mar, se da de manos a boca, con un par de perlas negras; el gusto del minero que entre los cuarzos ochavados ve lucir cuajarones rutilantes de oro cobrizo; eso mismo sentí yo el día que el doctor don Ramón A. Salazar, poniendo en mis manos dos folletos me dijo: "Tómelos usted, hablan de su tierra". Uno era Las Cartas y Apuntamientos, de Velázquez; el otro Defensa y Descargos, de Barnoya; hacía tiempo que andaba yo tras ellos, por el encarecimiento que de sus datos me hacía mi inolvidable maestro de primeras letras, don Policronio Figueroa.
De Fray Manuel Zacarías ya me era conocido el famoso discurso panegírico pronunciado ante el cadáver del Arzobispo Ramón y Casasús. La verdad que sólo el talento pudo enaltecer al mediocre, intrigante y egoísta prelado español. Qué pluma aquella más talluda. Lo que se llama un estilo masculino, esto es, nervioso elocuente.
Por los dos libros vine a caer en conocimiento, y entonces mi alegría, superior a la del minero y del buzo; la comparo a la del astrónomo que descubre una estrella más que, el Arbitro que desde el infinito rige los destinos de las naciones, se sirvió para desesclavizar a Centroamérica, de dos grandes humildades: la del pensador más ilustrado que entonces guardaba el istmo: Fray Matías; y de la ciudad más virtuosa de la Provincia: Santo Domingo de la Santa maría de Comitán, o sea la actual Comitán de las Flores.
A Fray Matías le conocí desde niño, sin saberlo, escuchando su hermosa fábula, recitada en sobremesas campestres, con delectaciones de oración, por la boca venerada de mi padre. Digo que, sin saberlo, pues aquella maravilla de ingenio corría confundida en la edición más completa de los versos de Goyena, cuya paternidad recibía naturalmente, la obra huérfana de tan gran padre. Esa edición, que nunca he visto en Guatemala, para hoy en la Sala de Lecturas Juveniles de Zapalutha, Departamento de Comitán.
¡Qué suerte ha tenido García Goyena, para ahijar proles ajenas! Hasta la fecha, la novísima edición prolongada por la pluma aristocrática del licenciado Batres Jáuregui, hace pasar como propia de Goyena la picante y oportunísima fábula: Los Animales en Cortes, que es únicamente propia del poeta mexicano don Luis Mendizábal.
Mas, tornando a Fray Matías, el que más datos me suministró fue mi simpático amigo el ilustrísimo Obispo de Chiapas, doctor don Francisco Orozco y Jiménez, quien a su trabajo y costa imprimió en Las Casas, año 1911, su preciosa Colección de Documentos inéditos de la Iglesia de Chiapas. El laborioso y brillante ex Obispo de Chiapas es hoy Arzobispo de Guadalajara. Los detalles de la muerte del padre Córdova se hallan también en la Gaceta de Guatemala (Biblioteca Nacional) tomados de El Para-Rayos, periódico de Ciudad Real, No. 38, folio 16, del martes 16 de enero de 1829.
El primer prosista de Guatemala, por su pureza, gracia y amenidad, don José Milla, escribió una biografía, rica en datos del doctor Córdova, la cual corre por un número de Repertorio Salvadoreño, colección de joyas literarias que publicaba en San Salvador, D. F. A. Gamboa.
Si me he detenido en la bibliografía de este asunto es por un escrúpulo de conciencia y prenda de sinceridad. Siendo la primera vez en mi vieja vida periodística, que oficio de historiador, y eso, muy a mi pesar, debo dar garantías de que no habrá en mis afirmaciones una sola que no pueda defender y comprobar.
Hállase en la Anacephalepsis del Seminario de la Concepción de Ciudad Real, la siguiente interesante nota relativa a mi biografiado "Matías Antonio de Córdova, de Soconusco. 20 de abril de 1780. Salió para ser religioso dominico, el 16 de septiembre de 1781 para ir a Guatemala a estudiar. Doctor teólogo, provincial en 1819. Fue su vida ejemplar. Poseyó las ciencias y murió el 17 de abril de 1828, en su Convento de Chiapa, siendo prior de éste".
Cómo lamento por falta de espacio, no ofrecer copia íntegra de la biografía publicada por El Para-Rayos de Ciudad Real. Haré por quitar de ella algunas líneas, reservando la integridad de mis citas para el libro inédito, que sobre el varón ilustre guardó entre otros nonatos, ávidos por vivir la vida de la luz y paralíticos de nacimiento por haber venido a concepción en el fecundo lecho de la pobreza.
"El muy reverendo padre doctor y maestro Fray Matías Córdova, dice el periódico, nació en Tapachula, capital del Partido de Soconusco, de este Obispado en 1768, de padres honrados y decentes. En la capital de Chiapas estudió lengua latina la que dedicó toda su vida, gustando de los autores clásicos del siglo de Augusto. Para seguir sus estudios, pasó a Guatemala donde, tomó el hábito de Santo Domingo en 1782. Estudió allí tres años de filosofía y seis de teología por el método de Aristóteles… peripatético, a quien detestaba en secreto. Se dedicó a la lectura de la filosofía moderna y de los autores nuevos, que comenzaban entonces a introducirse en esa ciudad. No le faltaron disgustos por parte de los frailes y superiores, por la lectura de las obras nuevas que mantenía escondidas en su celda, debajo de los ladrillos de su cama. Así, a solas se recreaba con Almeida, Condillac, Sigaud y otros. Del mismo modo leía a poetas guatemaltecos y mexicanos y aún los clásicos latinos que eran tenidos, por sus hermanos de hábito, como ajenos a su estado. Ya desde entonces era dado a la poesía y componía piezas fugitivas, letrillas y epigramas, que gustaban a todos por su propiedad, limpieza e imaginación. En 1793 obtuvo por oposición en su convento, la cátedra de filosofía y luego, otra de teología. Al año siguiente ofreció la "Sociedad Guatemalteca, Económica, de Amigos del País", una medalla de oro y diploma de Socio de Mérito al escritor que mejor demostrase en concurso, "la necesidad y medios de calzar y vestir a los indios como a las otras clases docentes". El padre Córdova obtuvo el premio y diploma y la Sociedad imprimió su trabajo.
Escribió e imprimió también un claro y didáctico curso de retórica. En 1800 volvió a su tierra natal y en el Seminario enseñó el curso de teología; en 1802 fue a España de donde no volvió hasta febrero de 1810, a Ciudad Real donde fundó a sus espensas una escuela gratuita de primera enseñanza, donde él mismo enseñaba a los niños a leer, escribir y contar. Allí y en Guatemala hizo imprimir su cartilla para enseñar a los indígenas, la cual fue puesta en uso por orden de los dos gobiernos. Su Convento, por esto, lo condecoró con los merecidísimos grados de Presentado, Maestro y Provincial, en 1815. Siendo, en 1821, cura de Comitán se adelantó a todos en la proclamación de la independencia de España y excitó a sus vecinos a declararla, como así se verificó felizmente. Con actividad incansable, se dedicó a promover adelantos en artes y fundó una Escuela Normal, la Universidad de que también fue director; de la "Sociedad Económica de Amigos del País" y del periódico El Para-Rayos en donde dejó una selección de escritos estimables… El padre Córdova era para todos accesible y de natural parejo, nunca impetuoso. Trataba a todos con atención y no asomaba jamás la menor señal de desprecio u orgullo. Oía más que hablaba. En ausencia y presencia, se expresaba bien de todos.
Era de mediana estatura, rubio de ojos grandes y tiernos. A la declinación de su edad comenzó a sentir síntomas de hidropesía que fueron aumentando hasta acabar con su preciosa vida en el convento de Santo Domingo, de Chiapa, de que era Prior, a la edad de sesenta años. El Estado de Chiapas deplora su infortunio por muerte de su "más caro hijo".
Hasta aquí la Gaceta.
En mi libro, estudio a San Matías, en su distinguido y triple aspecto de artista de las bellas letras, maestro pedagogo y organizador.
Hagamos un resumen comprimido y breve.
Artista: su prosa impecable y ática traduce siempre un pensamiento elevado según las pocas composiciones suyas que le sobreviven, pues sus mejores obras se perdieron en la ingratitud de los ambientes intelectuales en que le tocó brillar. Tengo un discurso pronunciado al inaugurar la Escuela Normal de Chiapas. Es simplemente bello.
Como poeta no le conocemos más que su larga y monumental fábula, casi oda, en asonantados endecasílabos, titulada: La Tentativa Del León y el éxito de su empresa. ¿Con qué fin dar yo aquí mi juicio, después del magistral y honroso que le dedicó el sapientísimo Menéndez y Pelayo?
Fray Matías, como lo explanaré mañana, decidió al coronel Celis para no esperar la entrada de Iturbide a la capital de la Nueva España y tomar ellos la delantera. En su sermón después del Evangelio, dijo que Dios castiga a los cobardes con la esclavitud y él debe de enojarse al ver que menospreciando el valor, o no haciendo uso de él, despreciamos al guardián y sostén mejor que nos dio para conservar el sagrado depósito de la vida…
Fue pues, santo y valeroso. De mis investigaciones me resulta, y eso en plena tierra de los Domínguez, Corzos, Flores y Gutiérrez, el más alto, preclaro y distinguido hijo de Chiapas.
Como poeta, legó a las letras la obra más perfecta de su género.
Como Maestro, introdujo el Normalismo pedagógico al mundo de Colón.
Como político, dotó a Centroamérica con el tesoro máximo de su Libertad.
Su recuerdo, pues, presenta "esa unidad espléndida y bruñida que constituye el mérito más alto de un libro, de un diamante y de una vida" que exige el poeta veracruzano.
Su pensamiento acarició, su acción edificó, su idea relampagueó y su verbo tronó en una primavera de libertad. Fue lluvia sobre embriones entre humus reverdecentes. Fue el lampo dorador de la nube tempestuosa. Calló, en la noche polar del Vasallaje, la aurora borreal, que sólo alumbra a las voluntades de eje y sólo sienten las conciencas brújulas.
Pasó, como ciertos meteoros, alumbrando.
Sus despojos, semejantes a madera de mirística, con los años, aún, iluminan.
Su vida fue sólo de ideal; su obra sólo de virtud.
Enseñemos con Hamulton, a las juventudes, que el más claro y característico signo del talento es la virtud.
Que la maleficencia es tonta porque abandona los senderos lógicos, y fea, como toda perturbación a la armonía.
Si la voluntaria expatriación que me he impuesto para no ser cómplice, ni de presencia, de las tremendas injusticias que acarrean las desviaciones políticas, no ha hecho que me olviden totalmente mis queridos compatriotas de la patria chica, y, si mis caros ex gobernados de mi patria entidad federativa a quienes devolví la paz y justicia, me oyeron aún, les pediré hoy, que es tiempo de centenario, que, todo Chiapas en calles y plazas honre, por medios perdurables la memoria del coterráneo que más nos honra desde su mansión preexcelsa de la importalidad por el bien. Tapachula, por manera especial, que denomine ya con el héroe, su mejor calle pública, mientras levanta en su plaza de armas, vaciada en bronce, la estatua, del que, con sus libros de versos y alfabetos bajo el brazo siniestro y señalando con el índice de la diestra mano el grupo bellísimo de las cinco Repúblicas del Centro, parezca decir, desafiando a las glorias más puras: He ahí mi obra.
Centroamérica, también, la hidalga y generosa, estoy seguro de que, en 1921, año prócer hará algo en prez de Córdova y de Comitán, el genio y la ciudad que le proporcionaron su independencia.
Mi más querido moralista inglés escribió hace un siglo: en el mundo sólo es grande el Hombre y en el Hombre sólo es grande el Espíritu…
Perdóneme el maestro, si me atrevo a completar su pensamiento.
En el Espíritu ¡sólo el altruismo es grande!

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