agosto 25, 2011

Legado educativo de Jesuitas en Centroamérica

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ROSA CHINCHILLA ANALIZA LEGADO EDUCATIVO DE JESUITAS EN CENTROAMÉRICA
*** La experta estadounidense participó en un encuentro organizado por el INAH.
*** En 1760 los jesuitas eran la orden religiosa de mayor influencia en la docencia. Destaca que la educación heredada por la cultura criolla fue su principal aportación
CIUDAD DE MÉXICO (24/AGO/2011).- De acuerdo con la investigadora en la Universidad de Connecticut, Estados Unidos, Rosa Helena Chinchilla, la educación heredada por la cultura criolla fue la principal aportación de los jesuitas en Centroamérica, la cual debió incidir en los movimientos de independencia en América y en la expulsión de los jesuitas de tierras americanas.
La especialista, quien participó en el Primer Encuentro Internacional 'La expulsión de la Compañía de Jesús de Latinoamérica', organizado en días recientes por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), apuntó que a mediados del siglo XVIII la mayor parte de títulos universitarios otorgados en Guatemala fueron dados por la Compañía de Jesús.
En este sentido, señaló que hacia 1760 los jesuitas eran la orden religiosa de mayor influencia en la docencia, misma que posteriormente llevó a este lugar las ideas de la Ilustración francesa y de la que surgieron los independentistas de ese país centroamericano en el siglo XIX.
Abundó que la relación de los movimientos independentistas con la expulsión de la Compañía de Jesús es un tema poco estudiado, y que al irse los jesuitas dejaron un vacío educativo que se fue llenado con profesores formados por los propios religiosos.
Estos últimos, dijo, 'fueron los testigos del trato que recibieron los misioneros por parte del gobierno español cuando fueron expulsados de Guatemala el 8 de junio de 1767; la Corona echó a los mejores hombres, a los educadores, y eso debió ser un motivador entre la población para protestar, entre otras razones'.
Detalló que los jesuitas formaban a los jóvenes criollos en el Colegio de San Francisco de Borja, y luego en el Colegio de San Lucas, donde se obtenían los grados de licenciatura y maestría.
'Fue en 1767 que llegaron a San Lucas los estudiantes más brillantes, en tanto que la Universidad de San Carlos fue el centro principal de enseñanza universitaria hasta después de 1769, cuando los jesuitas ya habían salido de América', señaló Chinchilla.
Entonces, dijo, el territorio de Guatemala era una Capitanía (demarcación con relativa independencia del virreinato al que pertenecía) bajo el mando de la Nueva España, e incluía también los actuales países de Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y al estado mexicano de Chiapas.
Fue hasta 1670 que se creó el Colegio de Chiapas donde se impartió la cátedra de gramática y escuela de primeras letras; salvo en provincias lejanas como Costa Rica, Honduras y Nicaragua el principal impacto de los jesuitas en la Capitanía de Guatemala fue la educación, mientras que el papel de misioneros lo desempeñaron las órdenes de dominicos y mercedarios.
Especialista en lengua y literatura del Siglo de Oro, Rosa Helena Chinchilla, explicó que en el siglo XVIII en Guatemala, los jesuitas se distinguieron en por realizar pompas fúnebres, actos públicos en los que la comunidad religiosa y seglar compartía un duelo utilizando medios literarios y artísticos, creando una utopía dramática, exuberante e hiperbólica.
Según la experta esta oratoria fúnebre tenía un alto carácter cívico, ya que incorporaba a toda la comunidad criolla, ejemplo de ellos, dijo, es la publicación 'El Dolor Rey', de Manuel Mariano Iturriaga.
Asimismo, señaló que la muerte de Francisco Joseph de Figueredo, arzobispo de Guatemala, marcó un momento importante en la vida intelectual de esa Capitanía, ya que los jesuitas, en los colegios de San Lucas y San Francisco de Borja, escribieron obras dignas de publicación, y cuya complejidad retórica fue admirada dentro y fuera de tierras guatemaltecas.
En su investigación en torno al legado jesuita del siglo XVIII en el Reino de Guatemala, Chinchilla hace referencia a 17 jesuitas que produjeron importantes obras literarias y científicas durante esa época.
Asegura que todos estudiaron en la Nueva España, en el Colegio de Tepotzotlán, hoy Estado de México, y que estaban en Guatemala al momento de la expulsión; siete de ellos eran poetas, en tanto que otros 10 publicaron sermones, obras científicas o poesía didáctica, comprobando su talento en Guatemala, y posteriormente en Italia, donde fueron exiliados.
Entre ellos, la especialista destacó a dos: José Ignacio Vallejo, quien fue acusado por los dominicos ante la Inquisición de llevar ideas modernas, y a Rafael Landívar cuyas obras se han considerado como el principal legado de la Compañía de Jesús en Guatemala.
Otros de los jesuitas sobresalientes en el siglo XVIII fueron: Juan José Sacrameña, primer catedrático de gramática en el Colegio de Guadalajara; Bartolomé Cañas, maestro de teología en La Habana; Francisco Javier Molina, quien en diversos colegios enseñó latín, retórica y filosofía, además de teología en Guatemala, y quien fuera rector del Colegio de Chiapas.
También, Nicolás Calatayud, rector en Puebla, en la Habana, en Guatemala y en Oaxaca; y Manuel Fontecha, quien enseñó filosofía y letras en Puebla y estuvo en el Colegio de San Francisco de Borja.

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